Una interpretación desde la descolonización epistemológica

A 500 años de la Revolución de Lutero
Una interpretación desde la descolonización epistemológica
reforma-protestante
Enrique Dussel
En 2014 fui invitado a la Universidad de Heidelberg a una reunión del grupo inicial de profesores universitarios luteranos que preparaban los festejos del 500 aniversario de la presentación de las 95 tesis de Lutero en Wittenberg. Había unos 40 profesores alemanes, algunos norteamericanos y brasileños (ya que en Brasil hay una comunidad importante de la Iglesia luterana). El argumento que expuse en ese encuentro deseo resumirlo en esta corta contribución.

Europa, en la así llamada Edad Media, era una cultura aislada, periférica y subdesarrollada sitiada por el Imperio otomano, por la civilización islámica que no siendo feudal sino urbana y mercantil se extendía desde el Atlántico con Marruecos, atravesando los reinos de Túnez, el sultanato fatimita de El Cairo (y al sur conectando con los reinos sud-saharianos en África), el Kalifato de Bagdad (en manos del Imperio otomano), hacia Irán, Afganistán, los mongoles en el norte de la India, los sultanatos del sudeste asiático en torno a Malaka, y llegando al Pacífico por la isla de Mindanao en Filipinas. Además, por sus caravanas, unían Bagdad con Constantinopla en el occidente, al norte con la Kiev eslava, con El Cairo al sur, con Kabul y la India hacia el oriente, y por los desiertos al norte del Himalaya llegan hasta la China. Es decir, el mundo arabo-musulmán tenía un horizonte continental universal desde el Atlántico al Pacífico, y Europa era una pequeña península provinciana occidental secundaria (desde el siglo VII hasta fines del siglo XV) con unos 70 millones de habitantes (la mitad de sólo China).

El norte de Europa (germánica, tierra de Lutero) debía conectarse a las altas civilizaciones del continente Euroasiático a través del sur, es decir gracias a Italia (con sus grandes puertos tales como Venecia, Génova, Nápoles, Amalfi, etcétera), cuyas naves llegaban a las costas occidentales del Mediterráneo y de allí el Medio Oriente, accediendo a la civilización mercantil por excelencia: el mundo musulmán ya descrito. Es decir, el norte de Europa feudal debía inevitablemente estar unida a la Roma italiana para no quedarse aislada del sistema económico, político y cultural euroasiático. El Mediterráneo (pequeño mar periférico en comparación con el Índico y el Pacífico, que eran llamados el ‘‘Mar de los árabes’’ y el ‘‘Mar de China’’) era el camino obligado hacia el centro de todo el sistema: que estaba situado entre la China y la India (la región más desarrollada en grandes descubrimientos matemáticos, astronómicos, tecnológicos, económicos, políticos, etcétera). ¡Europa dormía la siesta feudal!

Por el ‘‘descubrimiento del Atlántico’’ y la ‘‘invasión de América’’ en 1492, efectuada por Europa (por España al occidente, y Portugal al sur y hacia el oriente), hubo una revolución geopolítica, y el centro del nuevo sistema-mundo será ahora el Atlántico norte (sólo en este siglo XXI el Pacífico comienza a recuperar su antigua centralidad). El origen simultáneo de la Modernidad, del capitalismo, del colonialismo, del eurocentrismo y de muchos otros fenómenos debe ver con los nuevos ojos de la ‘‘descolonización epistemológica’’; es decir, desde una total nueva visión del mundo y de la historia que supere la fetichización de lo explicado desde el eurocentrismo desapercibido de las ciencias, en especial de las ciencias sociales hoy vigentes aún en América Latina.

Y bien, la hipótesis que deseamos proponer consiste en lo siguiente: Martín Lutero (1483-1546) hubiera sido un heresiarca intra-europeo medieval sin significación mundial, como lo fueron por ejemplo Jan Hus o Juan Wycliffe, de no haberse situado el nuevo centro geopolítico en el Atlántico norte. Nunca ningún autor ha propuesto esta hipótesis debido al unánime y fetichizado eurocentrismo en la interpretación de la historia mundial (visión que hoy repetimos en América Latina y en todas nuestras universidades coloniales ‘‘sucursaleramente’’; historia mundial construida sólo hace dos siglos por los románticos alemanes, y en especial por Hegel, que pensaba equivocadamente que Europa era el ‘‘fin y el centro de la historia mundial’’).

En 1517, tres años después que Bartolomé de las Casas comienza la crítica de la Modernidad al mostrar la injusticia del sistema económico de la encomienda instaurado por Europa (España) en el Caribe, y más concretamente en Cuba, es decir, en el naciente colonialismo del Sur global, Lutero critica a la Iglesia cuya consecuencia fue la separación del norte de Europa del sur de Europa situada en el Mediterráneo. ¿Cómo hubiera sido posible una tal separación en la Edad Media de una Europa sitiada por los Turco otomanos? Y es que separarse de una Roma localizada geográficamente junto al Mediterráneo era quedar totalmente aislados del mundo civilizado. Pero gracias a la apertura al Atlántico, al comienzo del siglo XVI, ese norte de Europa se conectaba por el Báltico (que antes era el fin del mundo) al nuevo centro del sistema geopolítico: el Atlántico. Ahora el norte de Europa podía conectarse al nuevo sistema mundo y separarse del Mediterráneo, del sur de Europa, de Roma, y esa separación no sólo era posible sino conveniente. La gran Confederación comercial de la Hansa del Báltico podía ahora conectarse por el Atlántico con todo el mundo, sitiando al mundo arabo-musulmán continental desde los Océanos siguiendo la senda de Portugal y España.

La iglesia cristiana germánica del norte de Europa podía declarar su autonomía, gracias al Báltico abierto al Atlántico, de la iglesia cristiana latina del Mediterráneo, que dejaba de ser el centro de la Europa feudal medieval. Nacía también en el sur mediterráneo una nueva iglesia (obsérvese lo que digo: nueva) moderna, que tenía como respaldo la primera cristiandad colonial: la Cristiandad de las Indias occidentales (Latinoamérica), que con el sur latino mediterráneo de Europa y Francia constituirán en torno al Concilio de Trento (1545-1563) a la Iglesia católica, que será también nueva (o al menos no será meramente medieval) como la Iglesia luterana, y después calvinista, anglicana, evangélica, presbiteriana, etcétera. Todas serán iglesias modernas, son Cristiandades (es decir, iglesias articuladas a los estados modernos, y jugando la función al mismo tiempo de religión y fundamento cultural o ideológico del Estado). El Kierkegaard (luterano dinamarqués) y Marx (judío bautizado en su niñez como luterano alemán) se levantaron contra estas Cristiandades protestantes (que para Kierkegaard invertían, es decir, negaban el cristianismo primitivo, y que para Marx, en el caso especial del calvinismo principalmente inglés de A. Smith, fundaban, como lo pensaba Hegel, al Estado con la religión y al capitalismo con una inversión del Evangelio cristiano primitivo).

Lutero, como puede verse, fue un reformador del cristianismo medieval y abrió la puerta a un cristianismo moderno. La llamada Contra Reforma (en especial los jesuitas) fue la otra cara del mismo fenómeno, que estaba igualmente muy lejos del cristianismo primitivo. La llamada Teología de la Liberación contemporánea y latinoamericana (siendo América Latina la única cristiandad colonial) significa un nuevo movimiento de profunda transformación en la historia del cristianismo, ya que vuelve al cristianismo primitivo para, en primer lugar, invertir la inversión de la Cristiandad (que se inicia con Constantino en el siglo IV, cuando de perseguido y crítico el cristianismo es transformado en el fundamento de la dominación de los esclavos del Imperio romano o de los siervos del feudalismo en el Sacro Imperio germánico). Y para, en segundo lugar, invertir la segunda inversión del cristianismo en el caso de las Cristiandades europeas que se tornan metropolitanas, modernas, colonialistas (desde finales del siglo XV; es decir, las cristiandades española, francesa, inglesa, dinamarquesa, etcétera, y hoy norteamericana; de las iglesias católica, luterana, calvinista, evangélica, etcétera). Esta crítica surge desde sus colonias, neocolonias o naciones explotadas del Sur global.

Lutero cobró entonces significación mundial, y no meramente provinciana como otros críticos cristianos medievales, por la función que cumplirá el norte de Europa al conectarse al Atlántico, pudiendo separarse de Roma, y después producir la Revolución industrial y la Ilustración en el siglo XVIII. ¿Quién hubiera pensado que el descubrimiento del Atlántico por parte de Europa (en primer lugar España), y la mera irrupción de Nuestra América en la historia mundial, fue la condición de posibilidad geopolítica de la importancia global de Lutero del que en este año 2017 recordamos sus 500 años?

 

http://www.jornada.unam.mx/2017/07/14/opinion/006a1pol

 

Desiderátum

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Por Michelle Gotay Morales

 

En general las nueve décimas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud.

– Arthur Schopenhauer

 

La salud es el primer requisito después de la moralidad.

– Thomas Jefferson

 

En la salud hay libertad. La salud es la primera de todas las libertades.

– Henri-Frederic Amiel

La salud es el fundamento en el cual reposan los pueblos.

– Ramón Emeterio Betances y Alacán

 

La salud holística es la mayor de las bondades en cualquier persona o país. La salud corpórea depende de factores genéticos y ambientales. En el desarrollo humano y espiritual la sanidad sentipensante depende de factores tanto internos como externos. Primero, se requiere reconocer que nuestra corporalidad es un ente formado por masa y energía, así lo confirmó el gran científico judío-estadounidense, Albert Einstein. Significa que cualquier materia se puede tornar en energía y cualquier pensamiento por insulso que parezca puede materializarse.

A estos componentes intrahumanos caben mencionarse los sociológicos y humanistas, política, economía, historia, cultura, música, arte, literatura, lenguaje y religión. Además, están las nuevas tecnologías y las comunicaciones de siempre. Para el gran pensador materialista y ateo, Karl Marx lo que hace a la vida ser vida y estar en la vida es el conflicto social, la lucha de la clase trabajadora ante quienes ostentan el poder.

La economía crea la ruta que provee la posibilidad de una vida digna, una vida con plenitud para cada persona. Creo necesaria junto a la formación política, la formación salubrista que forme la coraza individual para la lucha colectiva del movimiento estudiantil. Una educación con sentido social y para el progreso sustentable. La UPR es Puerto Rico.

Observamos el diseño de un plan social con ordenamiento legal que rige económicamente la vida toda de un país pero con énfasis en ciertos elementos universitarios y divergentes por su resistencia y combatividad al plan repetitivo y sin ordenamiento real, impuesto por el estado local y federal.

Existen innumerables factores que pueden ser la última gota para desbordar la copa de la desesperanza. Existen $450 millones de razones para sólo ver oscuridad en medio del campus universitario, o en cualquier otro escenario. Existen unas leyes vitales, no viables que exigen que el tren de la educación pública de envergadura internacional se obstruya, su sistema se descuartice y solo queden algunas unidades. Existen otros factores legales provocados por estudiantes y donantes políticos, quienes han impuesto el encarecimiento de la Huelga día tras día. Ahora falta la promesa o la realización desde el gobernador.

La gobernanza de la polis se rige con economía y derecho, señoras y señores. La ética se fundamenta en la razón y la misericordia pero nunca, nunca su deseo se fundamenta en la irracionalidad del poder y la codicia avara, ni en la pisotada del más fuerte y organizado. El medio ambiente no nos somete. Somos nosotros y nosotras quienes le damos forma y peso.

Han ocurrido dos suicidios de jóvenes huelguistas del Recinto de Río Piedras en éstos últimos meses de hecatombe y vorágine. Puede que esas “dos bajas”, como me confesara el afectado compa católico en la vía principal cerca de la Biblioteca Lázaro y el Museo, simbolizen la propuesta muerte pedagógica y vocativa de todo el estudiantado universitario de la UPR y sus respectivas estructuras con sus distintivos emblemas animalescos.

En cualquier suicidio la razón ha sido doblegada por las emociones negativas según nuestro pensador más completo y orgánico, Eugenio María de Hostos y Bonilla. Allí el pensamiento cree que la valía del sujeto nada vale. Su visión está afectada y confunde la verdad por el error. No logra ver luz en medio de la tormenta. No puede observar una escalera ante el inmenso muro. No alcanza vislumbrar razón y corazón en la calculada guerra económica y política. No logra confiar en sus facultades y sensibilidades. Tampoco logra tener temperanza. Menos proyectarse al futuro. Solo existe el presente. Y ahí solo hay deseo de muerte. Soledad. Silencio. Inmovilidad.

A nombre de la comunidad universitaria en Río Piedras nuestro más sentido pésame a las familias de esos dos jóvenes y la familia extendida, el estudiantado, la docencia, la no docencia y toda aquella persona que sienta cercana esas vidas únicas fugaces. La UPR-RP está de luto por partida doble, y duele a mares. Les deseamos fortaleza y sosiego a sus madres y padres.

El suicidio, la muerte no es solo asunto de mujeres. Ni debe verse como algo enteramente emotivo. Atender el suicidio es una tarea de mujeres y hombres que creen y apuestan por la vida, la juventud, el pasado, el presente y el futuro de la Universidad.

Jóvenes, sus ausencias son un vacío inmenso en medio de la lucha y la amistad. Toda vida es valiosa y sagrada. Con ella se ofrecen los dones individuales al entorno. Una pizca de arena glocal, local y global para el bien de todos y todas.

Si el todo no es superior a las partes, significa que ese todo no logra homogeneizar los componentes que lo conforman. Éstas son las individualidades. Pero visto desde el organigrama del gobierno institucional, son sus 11 Recintos. Y las defendemos desde el movimiento estudiantil con nuestra mente y cuerpa. Juventud combativa y emprendedora, seamos el arrojo, la valentía con análisis, teoría y metodología para contagiar de Revolución al país que está completamente enfermo y desanimado.

Si se quitan algunas Unidades, mantengámonos en pie de lucha. El Recinto de Río Piedras lleva la batuta, tiene el balón en sus manos. Pensemos. ¿Puede haber en realidad un Diálogo honesto, transparente y verdadero entre dos formas distintas de entender la vida?

Cuando el valor de la educación es alterado con el mercado, la desobediencia es ley. Sí, a la Revolución de consciencia y praxis. La victoria es nuestra.

Michelle Gotay Morales es teóloga luterana con estudios en psicología, y realiza estudios doctorales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

A l@s compas huelguistas


Por Michelle Gotay Morales

 

En general las nueve décimas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud.

– Arthur Schopenhauer

 

En la salud hay libertad. La salud es la primera de todas las libertades.

– Henri-Frederic Amiel

 

La salud es el primer requisito después de la moralidad.

– Thomas Jefferson

 

La salud es el fundamento en el cual reposan los pueblos.

– Ramón Emeterio Betances y Alacán

 

Solo la muerte de uno de ustedes levanta una alarma social y pedagógica. Imagínensen dos. Han acontecido dos suicidios de jóvenes huelguistas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) durante el año en curso. Mi más sentido pésame a las familias de esos jóvenes, sus allegados, amistades, profesorado y familia extendida. La UPRRP está de luto por partida doble, y duele a mares.

 

Me gradué en psicología hace algún tiempo atrás, mientras realizaba mi bachillerato de este hermoso y comprometido Recinto. Luego proseguí estudios religiosos o teológicos a nivel de maestría. Y aunque no fuese psicóloga -sin licencia- ni religiosa, respeto y valoro la vida toda. Cada vida es valiosa e imprescindible para el disfrute de ustedes mism@s y para la lucha colectiva, que les trasciende como sujetos individuales.

 

Siempre he creído que sin salud no es posible la más mínima lucha o compromiso político. La salud personal es el fundamento de las más nobles, progresistas y vanguardistas sociedades. Y aunque nuestro País esté profundamente enfermo de avaricia, codicia y poder, nosotros y nosotras que construimos una ciudad universitaria más democrática y participativa, somos quienes más salud debemos tener u obtener.

 

Debemos procurar una mayor desintoxicación de todo aquello que nos drena, de todo lo que nos hace daño y buscar cada vez más todo lo que nos da paz, salud, fuerza, creatividad, bienestar y amplitud. Cada joven, mujer u hombre, tiene unas fortalezas y unas necesidades particulares, y solo ustedes saben lo que más les gusta y añoran. Les exhorto a bucear en su interior y conectarse con esa luz y fuerza que habita dentro de sí y más extensivo, el colectivo, con quienes luchan tanto dentro como fuera de los portones de la Universidad.

 

La lucha por la UPR es bella y requiere sacrificios personales, pero nunca, nunca de su salud y su estabilidad psicológica y emocional.

 

Si alguien de ustedes necesita salir de los portones para buscar paz, háganlo sin remordimientos y sin culpa alguna. La LUCHA por la Universidad CONTINUARÁ FIRME. Pero usted tiene todo el derecho a vivir en sosiego y salud holística para el bien suyo, de su familia, de sus compas y del campus al que pertenece. Yo no acampo en el Recinto de Río Piedras, pero sí he entrado para acompañarles y luchar junto a ustedes desde el interior. Hasta ajedrez he jugado. Mi humilde experiencia ha sido que caminando por el campus, sentí un cambio temporal y espacial. Una mejor y mayor conexión mía con la naturaleza, con lo urbano, con ustedes, con la Universidad, con Dios. Una mística que respira lucha estudiantil, una mística de resistencia y ofensiva al mal gubernamental y federal. Una mística política.

 

Cuando ustedes sientan más silencio y soledad del exterior, es cuando más movimiento hay por ustedes y por la lucha. La UPR es Puerto Rico, y créanme se está moviendo cielo, mar y tierra. Jamás han estado ni estarán en soledad. Hay un mini-universo con ustedes adentro y afuera, luchando por nuestro País en conjunto.

 

Michelle Gotay Morales es teóloga luterana con estudios en psicología, y realiza estudios doctorales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

For the love of God (24): Why I love Dorothee Soelle

A original post by Kim Fabricius

 

This is my fourth post in the series. I admit it: I’m a promiscuous pilgrim who likes to sleep around! I can also be fickle. Dorothee Soelle is a good example: while I love her dearly, she also gets on my nerves. But then so does my wife!

I discovered Soelle in the late seventies when I came across her little Political Theology (1971) in a second-hand bookshop. She did not come well recommended, as my main man Barth had said of her “that that woman should keep silence in church!” Nevertheless, there was something passionate and powerful about this working mother who would not shut up.

Soelle was certainly a persona non grata in the German theological establishment: never was she offered a chair in her homeland. But then Deutschland’s loss was New York’s gain, as Soelle became a professor at Union Theological Seminary (1975-1987). She thrived in the cultural pluralism and social activism of the Big Apple, which markedly influenced her theology, an eclectic mix of politics and poetry, mysticism and ecumenism. No ivory tower academic, Soelle visited both Vietnam and Nicaragua in the cause of her praxis of peace and justice.

Sure, Soelle’s fragmentary work lacked academic rigour and failed to engage both with tradition and with the theological heavyweights of her time. And, yes, her obsession with the Holocaust clouded her judgement when it came to contemporary Israeli politics. But the theological scene of the last three decades of the twentieth century would have been the poorer without this godly gadfly, who died in 2003, aged 73, while leading a workshop in Bad Boll. Just hours before, Soelle had read some protest poetry on the war in Iraq, but ended with words she had written to her grandchildren: “Don’t forget the best!”

Juxtaposing Soelle’s flawed theology with her political instincts and commitments, I am reminded of a conversation between Karl Barth and Martin Niemöller. Barth: “Martin, I’m surprised that you almost always get the point despite the little systematic theology that you’ve done!” Niemöller: “Karl, I’m surprised that you almost always get the point despite the great deal of systematic theology that you’ve done!”

¡A la UPR se le respeta!

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A la memoria del Dr. José Toro-Alfonso.

Imagínese que a usted le llega una carta solicitándole que debe entregar su estado financiero a un pariente lejano en 30 días durante las fiestas navideñas.

A la saliente presidenta interina, la Dra. Celeste Freytes González, se le exigió abrir la cartera Institucional en diciembre de 2016, con el propósito de vaciar aún más sus arcas. De ahí surgen las expresiones del secretario de Asuntos Públicos de la Fortaleza, Ramón Rosario Cortés, quien asegura el incumplimiento de la Dra. Freytes al no entregar el estado financiero al extinto Comité de Transición del gobierno entrante, demanda histórica para la Universidad de Puerto Rico, la cual no está obligada a realizarlo.

Como política institucional, la UPR posee autonomía universitaria. Por ende, el Estado y cualquier organismo autorizado por el gobierno de los EEUU no deben interferir por deferencia a la centenaria Universidad, mucho menos entrometerse en sus finanzas sin importar circunstancia alguna, incluyendo la actual debacle fiscal, provocada por gobernantes/administradores y sus políticas públicas mediocres desde antaño.

La Junta de Supervisión Fiscal (JSF), presidida por José B. Carrión III, hace un mal mayor al realizar la fría, distante y onerosa recomendación al gobernador Ricardo Rosselló Nevares de recortar $300M del presupuesto perteneciente al centro de educación superior más longevo, grande, prestigioso y productivo del País, adicionales a la trastocada fórmula de financiamiento de 9.6%, realizada por el ex-gobernador penepeísta, Luis Guillermo Fortuño Burset.

También la JSF propuso, y el gobernador sin pereza agiliza, la avara movida contra nuestra institución, su estudiantado, su docencia y sus no docentes para alzar el costo de la matrícula por medio de una matrícula ajustada a los ingresos familiares, provocar el recorte de la oferta académica, aumentar la ya cargada agenda docente y negar asignación económica a los fondos correspondientes para el mantenimiento, las mejoras, los programas y los servicios ofrecidos por la UPR. Ello representa una estocada directa y sin tapujos a la zapata fiscal institucional.

¿Cómo es posible que vengan hablando de crisis económica por décadas y el gasto operacional del gobierno sea mayor cada cuatro años? ¿Cuál es la justificación para el exorbitante doble salario de Julia Keleher? Y ¿por qué todavía no se ha contratado a personal capacitado y experimentado de la UPR para asesorar y ejecutar en el gobierno, al menos parcialmente?

Cualquier gobernante y organismo –anterior, actual o posterior– deben saber que la Universidad de Puerto Rico es el mejor proyecto de País con el que contamos y el que defenderemos. La UPR es, a su vez, una inversión a futuro y la que mayores frutos provee hoy día. Pero el hecho de que sea una joya y un tesoro no autoriza a la Junta ni al gobernador a saquear su alcancía con pasmosa tranquilidad. La UPR, repito, es una excelente inversión, no un gasto y mucho menos una alcancía para cuadrar la chequera gubernamental.

Si el gobernador y la Junta de Gobierno de la UPR la viesen como ese proyecto trascendental de País harían lo imposible por impedir que la JSF imponga atenuar la Institución. Tampoco el gobernador permitiría que su gabinete se inmiscuya en la misión, las funciones y las finanzas de la UPR. No se atrevería, además, allanar ni acortar el camino de la excelencia académica, investigativa y creativa con otras instituciones de menor envergadura pero mercantiles y dejaría de pensar en vender algunos Recintos a la competencia. ¡Once Recintos, Una UPR!

Dr. Rosselló, su responsabilidad ministerial con la UPR es salvaguardar nuestro primer y único centro docente público. Mientras, el compromiso y el derecho de la UPR en esta coyuntura histórica es velar y hacer valer que la UPR sea intocable por ningún gobierno o junta de paso.

Sépanlo, el ensañamiento con la UPR de parte de la JSF y el gobierno penepeísta es uno de índole político, pero con la apariencia y el pon de ser económico.

Ninguna presidenta interina, junta institucional ni la Universidad deben estar dispuestas a entregar obligadamente o voluntariamente sus estados financieros ni los de la UPR para auto aniquilarse.

¡A la UPR se le respeta!

Michelle Gotay Morales es estudiante doctoral de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. 

Publicado en:

http://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/alauprselerespeta-columna-2295797/

El Nuevo Día, Opinión-Tribuna Invitada, Lunes, 27 de febrero de 2017. Web

Jubilo ecuménico por anuncio de liberación de Oscar López Rivera

oscarlopez

El Consejo Latinoamericano de Iglesias-CLAI celebra con inmensa gratitud a Dios la histórica decisión del presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, quien concedió este 17 de enero el perdón al independentista puertorriqueño Óscar López Rivera y conmutó su condena a prisión, que expirará el próximo 17 de mayo.
Oscar López Rivera fue miembro de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, grupo nacionalista que combatió al gobierno estadounidense en Puerto Rico. Esta organización planificó bombardeos en los Estados Unidos, con la supuesta intención de dañar propiedades sin hacer daño a inocentes. A pesar de que nunca se descubrió evidencia de Rivera López en los ataques, fue condenado a prisión por conspiración sediciosa. López Rivera fue detenido por la Oficina Federal de Investigación (FBI) en el 1981 y sentenciado a 55 años en prisión federal.
La Declaración Pastoral de la Sexta Asamblea del CLAI en la Habana, Cuba realizada en mayo de 2013 manifestó en relación a la situación de Puerto Rico y la liberación de Oscar López: “Apoyamos la libre autodeterminación del pueblo de Puerto Rico en su definición de su relación con los Estados Unidos. Esto implica demandar la inmediata liberación de Oscar López Rivera de su encarcelamiento por más de 30 años en cárceles norteamericanas.”
En la demanda por la liberación de Oscar López Rivera han participaron miles organizaciones sociales, de derechos humanos y personalidades de Puerto Rico y diversos países. Las iglesias y organismos ecuménicos mantuvieron un trabajo constante con este propósito por medio de Resoluciones de las Asambleas del Concilio de Iglesias de Puerto Rico, visitas pastorales, gestiones y movilizaciones conjuntas de la Coalición Ecuménica e Interreligiosa de Puerto Rico, el Consejo Latinoamericano de Iglesias y sus iglesias miembros en Puerto Rico, así como el Consejo Mundial de Iglesias y otras organizaciones ecuménicas a nivel global.
El Rev. Milton Mejía, secretario general del CLAI manifestó que las iglesias miembros del CLAI en Puerto Rico y en otros países de la Región, así como la junta directiva desde que conoció la noticia han dado gracias Dios y celebrado con júbilo ya que ven como una señal de esperanza que el trabajo por la búsqueda de justicia y la defensa de los derechos humanos puede tener resultados como la buena noticia que López Rivera será liberado en los próximos días.
Foto de Ángel Luis Rivera

Olga Jiménez al rescate de las Nacionalistas olvidadas

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Olga Jiménez al rescate de las Nacionalistas olvidadas

Pedro Aponte Vázquez

27 de enero de 2017

 

Reciban un saludo fraternal y solidario en este momento histórico en el que la patria sufre los peores vejámenes a los que en su arrogancia la ha sometido El Invasor desde el impune asesinato del compañero Filiberto Ojeda Ríos el 23 de septiembre de 2005.

Le agradezco al compañero Amílcar Tirado que optara por ofrecerme el honor de presentarles el libro Nationalist Heroines: Puerto Rican Women History Forgot 1930s-1950s (N.J.: Markus Wiener Publishers, Inc., 2016, 347 págs.), de la prestigiosa historiadora boricua Olga Jiménez de Wagenheim. Con ello nos demuestra que es de esos profesionales, probablemente escasos, que no temen asumir riesgos. Por mi parte, dedico mi participación en este acto a la memoria de otra distinguida historiadora cuyo recuerdo la ingratitud opaca: la compañera Miñi Seijo Bruno.

Por más de un motivo he dicho que Amílcar no teme asumir riesgos. El de mayor peso es quizás el hecho de que mi determinación de decir libremente sobre cada asunto lo que crea necesario y a cada cual lo que estime que merezca, no es algo que me haya acarreado muchas simpatías. Otro motivo, tal vez de igual volumen, es el hecho de que recientemente tuve la osadía de asumir una posición diametralmente opuesta a la que optaron por defender un puñado de académicos, además de miembros prominentes del campo independentista ―y hasta algunos auténticos albizuistas―, en torno al contenido de un libro que abiertamente vilipendia al prócer Pedro Albizu Campos. la Historia nos dirá algún día con qué propósitos. Defender de ese modo la memoria de Albizu fue para algunos compatriotas hasta peor que haberle donado mi colección de documentos, fotos y algunos libros al Archivo histórico de la Fundación Luis Muñoz Marín.

Con lo que estoy seguro de que no habrá desacuerdos es con mi afirmación en este momento de que el honor de presentar este libro debió ser para la doctora Aselar Laguna, pues ya lo reseñó detalladamente por medio de la internet con erudición y excelencia (El Post Antillano, 8 sept 2016). Espero estar hoy al menos cerca de la altura a la que habría estado su presentación.

En su reseña, la doctora Laguna alude con toda justicia a la “rigurosidad” con la que Jiménez de Wagenheim aborda y conduce sus investigaciones históricas ―virtud a la que hoy día ya hasta se le da de codo―, afirma que esta “informativa, importante y provocadora” obra disfruta del aval de la “distinguida y sólida carrera” de la educadora Jiménez de Wagenheim “como catedrática en [la Universidad de] Rutgers” y añade que se le debe a ella, además, cito:

[…] la introducción de los primeros cursos de historia oral, iniciando a estudiantes en esa disciplina y de paso, rescatando las contribuciones olvidadas de los puertorriqueños en las demostraciones y las manifestaciones estudiantiles en la Universidad de Rutgers y en la ciudad de Newark para los últimos años de los sesenta y principios de los setenta. Y conviene señalar ―agrega― su monumental y central desempeño en la fundación del archivo de la comunidad puertorriqueña en la Biblioteca Pública de Newark (el New Jersey Hispanic Research and Information Center), contribuyendo de modo exhaustivo a la recuperación y preservación del acervo de los puertorriqueños y otros latinos residentes en el estado de New Jersey.

Precisamente, de rescatar del olvido y también de la indiferencia, es de lo que trata esta indispensable aportación de Jiménez de Wagenheim a nuestra historiografía y, por ende, a nuestra centenaria lucha de liberación nacional. En Nationalist Heroines: Puerto Rican Women History Forgot 1930s-1950s, la historiadora que ya es parte de la indisoluble nación boricua en las entrañas del monstruo, les recuerda a sus lectores el hecho de que las mujeres boricuas no eran invisibles para nuestro opresor en el curso de nuestra lucha por liberarnos del Invasor (y todavía no lo son, permítaseme agregar). Nos provee ella una breve y vívida introducción con una impresionante narración de las condiciones objetivas que llevaron a la insurrección de 1950 contra la tiranía de EE. UU. Luego nos lleva de la mano a través de una exposición amena, profusa y rigurosamente documentada que nos provee una vista panorámica de nuestra más reciente historia política.

El libro les rinde merecido tributo a dieciséis mujeres. A Dominga de la Cruz Becerril, quien heroicamente sobrevivió la Masacre de Ponce en 1937 y otras 15 que fueron perseguidas y encarceladas por haber participado, o parecerle al Invasor que habían participado, directa o indirectamente en la lucha armada del Partido Nacionalista de Puerto Rico-Movimiento Libertador en los años de 1950. Estas son:

Blanca Canales
Leonides Díaz
Carmen María Pérez
Ruth Mary Reynolds
Isabel Rosado Morales
Doris Torresola Roura
Olga Isabel Viscal Garriga
Rosa Cortés Collazo
Lolita Lebrón Sotomayor
Carmen Dolores Otero de Torresola
Juana Mills Rosa
Juanita Ojeda Maldonado
Ramona Padilla de Negrón
Angelina Torresola de Platet y
Monserrate Valle de López de Victoria.

En alusión a esta prudente limitación que se impuso, Jiménez de Wagenheim dice estar “consciente de que otras puertorriqueñas han sido encarceladas por sus ideales políticos a partir de los años 50 y merecen también un estudio profundo de sus hazañas y contribuciones a la causa de la independencia de Puerto Rico” y con genuino pesar añade: “Lamento no ser yo la autora”.

Aunque el título nos indica que trata sobre “mujeres puertorriqueñas” Nacionalistas, justificadamente incluye a una que sin duda lo parecía mucho, pero que en realidad no fue ni borinqueña ni Nacionalista: la pacifista estadounidense Ruth M. Reynolds, oriunda de las Lomas Negras de los nativos Lakotas. Reynolds, quien perteneció al Comité Pro Defensa de don Pedro Albizu Campos que mantuve con doña Isabel Rosado y mi compañera Judith, desempeñó un importantísimo papel en nuestra lucha, pero, pacifista al fin, no perteneció al Partido Nacionalista ―un detalle que Jiménez de Wagenheim se ocupa de mencionar. El hecho es que Ruth cumplió cárcel por parecer Nacionalista.

Por otra parte, el subtítulo del libro, “Mujeres puertorriqueñas que la Historia olvidó”, invita a un análisis semántico, pues sería razonable alegar que a estas compañeras no las olvidó la Historia, por cuanto los Pueblos, sus líderes, sus reseñadores, sus políticos, sus educadores y sus historiadores somos quienes olvidamos. Los lectores, por otra parte, no deberán interpretar como indicio de menosprecio de la capacidad de la mujer boricua el hecho de que Albizu le hubiera asignado un puesto de liderato en su partido a solamente una de las mujeres aquí incluidas, toda vez que a algunas les encomendó ―y ellas no vacilaron en asumir― misiones no solo de alta confianza y responsabilidad, sino, además, de altísimo riesgo personal. Tampoco deberán los lectores conjeturar que esas militantes Nacionalistas hayan sido olvidadas o ignoradas por motivo del machismo que caracteriza a nuestra sociedad, pues no han sido pocos los hombres militantes del Partido Nacionalista de Puerto Rico-Movimiento Libertador que han sido olvidados o ignorados no solo por los historiadores, sino incluso por las pasivas y autocomplacientes organizaciones patrióticas del presente.

Jiménez de Wagenheim, perteneciente por muchos años a la denominada “diáspora” boricua y quien, aunque en las entrañas del monstruo, ha mantenido contra la corriente su primer apellido con todo y tilde, no es neófita en estas lides, pues ha publicado libros y artículos sobre otros importantes sucesos de la historia política de Puerto Rico, incluyendo nuestra rebelión contra el otro imperio, el español. Sobre todo, es preciso recalcar, lo ha hecho como es su estilo y su costumbre: con el debido respeto a los hechos históricos y a las fuentes de información.

A propósito del concepto de “diáspora”, y del debido respeto a los hechos históricos y a las fuentes, alguien se quejó en un artículo publicado en la red en defensa del aludido libro que vilipendia a Albizu de que, en su opinión, “la diáspora siempre tiene que humillarse ante los pies de la nación para ser recibida con los brazos abiertos”, y agregó: “Es interesante como se habla de nación en estos lugares sin considerar [a] los que no tienen país, [sic] porque no hay tiempo para reflexionar en eso, porque se tiene que trabajar, porque se tiene que sobrevivir, porque vivir no es posible”. Esos comentarios son cónsonos con el que publicó meses atrás con el mismo propósito, y en estos días repitió tranquilamente, el denominado National Institute for Latino Politics and Policy con base en ese mundo saturado de historia que es la Ciudad de Nueva York. Al igual que algunos comentaristas, esa entidad ha dicho que una razón por la que en nuestra patria algunos condenamos el libro aludido es que el autor es “nuyorican” y “cruzó la línea al escribir sobre un asunto que es visto como predio exclusivo de la izquierda en Puerto Rico”. Otra razón, asegura el supuesto instituto, es la “envidia” de los críticos residentes en la Isla, de quienes dice que hemos fracasado en “hacer el cruce” a la inversa, hacia la metrópoli. Ciertamente le queda mucho por aprender sobre los boricuas a ese instituto de política pública latina, aparente heredero ideológico de Ramón S. Vélez. De paso, los que escriben y hablan en nombre de ese grupo deben abandonar la práctica de valorar la confiabilidad del contenido de los libros y su utilidad didáctica en términos de la cantidad de ejemplares vendidos.

Es forzoso aludir aquí ahora al desagradable tema del referido libro por dos buenas razones: la autora del libro que les presento forma parte de esa diáspora y su contenido es un tema “de la izquierda puertorriqueña”, dicho lo último entre comillas. Esto quiere decir, a la luz de la insostenible posición de esos voceros, que la doctora Jiménez ha cruzado esa supuesta línea imaginaria que algunos han trazado con sus infundados criterios. En su ofuscamiento ideológico, ni los políticos ni los politicastros logran ver la irrefutable realidad de que no hay razón para que la diáspora boricua tenga que humillarse ante la nación a la que pertenece, ni ante entidad alguna, ni lo ha hecho ni lo hará. Es evidente que esa diáspora, a la que me integré durante unos 15 años en Nueva York, sí tiene país, pues de otro modo no sería diáspora, y ese país es Puerto Rico.

Sépase además, aquí y allá y por doquier, que los boricuas, dondequiera que estemos, tenemos el derecho y, sobre todo, el deber de exigir respeto por nuestra historia de parte de quienquiera que opte por escribir sobre la misma sin importar desde dónde lo haga ni qué organización política, decrépita o vigorosa, lo respalde. Por otra parte, a los autores de la diáspora boricua se les reconoce, como a cualquiera otro autor o autora, el derecho de escribir y publicar en el idioma que para ello escoja.

Nadie en la diáspora boricua, ya sea honesto intelectual, o colaborador de espías o mañoso explotador de la pobreza, tiene fundamento alguno para sostener que los escritores independentistas en Puerto Rico no recibimos con el debido respeto a los colegas que en sus obras a su vez respetan la Historia misma como ciencia social. Este hecho acaba de ser confirmado una vez más por la admiración y el afecto con los que hemos recibido en su patria a la compañera autora de este libro.

La concienzuda historiadora de nuestra diáspora, quien escribió este libro luego de su jubilación de la Universidad de Rutgers, cuando no se le podía aplicar aquello de “Publish or perish”, se valió principalmente de fuentes primarias tales como documentos públicos, la mayoría de los cuales vinieron a estar disponibles recientemente, testimonios escritos y entrevistas grabadas y personales con fuentes a las que ella, contrario a gárrulos de barbería, identifica debidamente. Sin embargo, por más que uno tenga preferencia por los detalles, como evidentemente es el caso de la compañera Jiménez de Wagenheim, siempre es propenso a omitir o dejar escapar o por algún motivo no resaltar sucesos que son especialmente significativos para algunos lectores. Por eso no encontré alusiones a otros asuntos de mi especial interés, como el caso Rhoads ―muy probablemente una de las causas por las cuales el partido Nacionalista recurrió a la lucha armada―; a las denuncias de Albizu de que se le exponía a la radiación ―las cuales Carmín Pérez e Isabel Rosado mencionan en sus entrevistas para el libro como lo hace Rosa Collazo en sus Memorias―; ni al diagnóstico de locura que el gobernador Muñoz Marín en su proverbial jaibería ordenó especialmente para Albizu con el fin de contrarrestar sus denuncias de tortura a la altura de la era atómica.

No obstante, es tal la abundancia de datos biográficos sobre las compañeras a las que ella alude en este valioso libro que, aunque durante unas décadas departí informalmente de vez en cuando con nueve de las compañeras aquí incluidas y de que entrevisté formalmente a algunas de ellas, encontré un caudal de datos que he venido a conocer solamente después de leer la meticulosa narración que generosamente optó por obsequiarle a su patria la doctora Jiménez de Wagenheim.

Habrá lectores a quienes, como a este autor, les extrañará su uso del verbo “asesinar” en referencia al intento de luchadores por la libertad de ejecutar o ajusticiar al presidente Truman, además de algunas afirmaciones sobre el estado de salud de Albizu mientras estuvo en Estados Unidos. Precisamente, en lo que se refiere al concepto de “asesinar” versus “ajusticiar” dentro del contexto de una lucha de liberación nacional contra un invasor militar, surgió aquí mismo en este recinto un intercambio de ideas durante un foro reciente en torno a la insurrección de 1950. Creo procedente señalar que la base de la distinción que los independentistas hacemos entre “asesinar” y “ajusticiar” es ideológica. Es la misma que hacemos entre “robar” o “hurtar” y “expropiar”. Por eso, mientras la prensa dice, por ejemplo, que los Macheteros cometieron un robo contra la empresa Wells Fargo, nosotros decimos que fue una expropiación. Sobre esta cuestión, es mi interés recalcar un asunto consabido: que es necesario y prudente fomentar el análisis y las discusiones de las discrepancias, el manejo de conceptos controvertibles y otros aspectos de la disciplinada narración histórica, con la debida sobriedad en civilizadas discusiones con respeto y elegancia, sin recurrir a exageraciones ni a insultos ni a afirmaciones infundadas.

Nationalist Heroines: Puerto Rican Women History Forgot 1930s-1950s es, además, una confiable fuente de información en torno a los atropellos de los que hemos sido y somos víctimas bajo el abusivo imperialismo estadounidense. Por estar escrito en inglés, el libro tenderá a fortalecer aún más los lazos culturales y políticos entre los borinqueños en nuestra patria y los radicados en Estados Unidos de Norteamérica y en otros países. Además, iluminará a lectores del inglés, sean estadounidenses o de otras nacionalidades, quienes gracias a la internet están empezando a enterarse de nuestra existencia como nación caribeña subyugada.

En fin, esta nueva obra de 347 páginas de historia constituye un merecido reconocimiento de la autora a unas mujeres abnegadas, resueltas, dedicadas, que vivieron de modo cotidiano y en carne propia el postulado albizuista de organizarnos y entregarnos al rescate de nuestra soberanía con valor y sacrificio; mujeres que en el proceso ofrendaron vida y hacienda por la libertad y algunas hasta renunciaron a ser esposas y a ser madres. Constituye, de ese modo, un merecido homenaje no sólo a ellas, sino a la Mujer Boricua en general, la que con su temple, su valor, sus sacrificios y su firme determinación concebirá y alumbrará al fin una patria liberada. #

* Leído el 16 noviembre de 2016 en el auditorio de la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras.

El legado de Fidel

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El legado de Fidel

 

Papo Coss

13 de enero de 2017

 

A los 27 años, un joven abogado, proveniente de una familia privilegiada de Biran, en Holguín, Cuba, luego de ser arrestado como el líder y conspirador principal del asalto al cuartel militar Moncada, afirmó al final de su defensa personal, que la historia lo absolvería.

A los 31, desembarcó en Santiago con 82 guerrilleros del yate Granma y a los 33 años, bajó de la Sierra Maestra en el Oriente de Cuba, con un ejército libertador de campesinos, obreros, mujeres y estudiantes, que contaron con el apoyo del pueblo organizado en el clandestinaje, en todas las ciudades. Ese movimiento popular, tomó el poder en toda la nación e instauró una Revolución Socialista, a pocas millas de las costas del imperio más poderoso que ha conocido la humanidad.

Durante más de medio siglo, Fidel Castro Ruz encabezó la Revolución cubana y soberana (1959-2006), hasta que a los ochenta años, decidió retirarse de la actividad política oficial, debido a problemas de salud y contando con el apoyo masivo del pueblo, que hoy más que nunca se identifica políticamente como Fidelista.

Fallecido a los 90 años de edad, cumpliendo su último deseo, su cuerpo fue cremado y durante nueve días de duelo oficial, millones de cubanos de todas las edades, lo acompañaron en una Gran Caravana desde la Plaza de la Revolución en La Habana, hasta el destino final, una piedra de monolito en Santiago.

Allí reposan sus cenizas, con una sencilla tarja que dice Fidel, justo al lado del monumento del apóstol de la patria cubana, José Martí. Nunca antes se había celebrado un duelo tan masivo en la historia de América Latina y el Caribe.

Más de cincuenta Presidentes, Primeros Ministros y altos funcionarios de todo el mundo, viajaron a su despedida en Cuba y muchos más escribieron notas de reconocimiento a su gesta política y humanitaria. Nunca antes en la historia, un expresidente de América Latina y el Caribe, había recibido una demostración de reconocimiento internacional de tal magnitud.

La Organización de Naciones Unidas (ONU), le dedicó una sesión póstuma, por su histórica lucha apoyando la Descolonización, el Desarme Nuclear, los procesos de Paz y su contribución universal al alertarnos sobre el Cambio Climático.

Los más prestigiosos historiadores, lo comparan con el Libertador de América, Simón Bolívar y lo destacan como uno de los dirigentes políticos más influyentes del siglo veinte. Esta realidad explica el impacto internacional de su muerte natural, luego de sobrevivir más de 600 atentados de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

Sin pretender agotar el listado de contribuciones históricas de Fidel, ni sus cualidades de líder y conductor del pueblo de Cuba, destaco algunos aspectos que sobresalen de su formación intelectual y legado universal, de manera breve:

Primero: El pensamiento revolucionario de Fidel, que impactó a toda la humanidad, tiene su raíz en la vida y obra de José Martí, en el siglo 19, aplicado al contexto histórico del siglo 20. También están muy presentes en el ideario de Fidel, las enseñanzas de Karl Marx y Vladimir Illich Lenin, fundador del concepto lucha de clases en 1848 y de la Revolución Rusa del 1917, respectivamente.

Segundo: La influencia de la ética cristiana en su niñez y adolescencia (de 8 a 18 años) bajo la tutela de la Orden Jesuita, de la Iglesia Católica, fue parte esencial de su formación teórica. De ahí, su férrea defensa de la alianza entre cristianos y marxistas en las luchas de liberación nacional en América Latina y el Caribe, así como su relación fraternal histórica con El Vaticano. La honestidad, la compasión, la humildad y la lealtad como valores humanos esenciales, fueron siempre destacadas por Fidel.

Tercero: Su concepción de la solidaridad internacional, comprobada con el envío de decenas de miles de maestros, médicos, deportistas y profesionales a más de 60 países es un hito humanitario esperanzador. Ejemplo de ello es la creación de una escuela de medicina para jóvenes extranjeros en La Habana, símbolo de ese espíritu solidario que representa Cuba.

Cuarto: La gesta militar y política cubana, dirigida por Fidel, en apoyo a los procesos de liberación nacional de América Latina y la descolonización en Angola, Namibia y la derrota del sistema racista apartheid en África del Sur, cambiaron la correlación de fuerzas internacionales en nuestro hemisferio y en el mundo. La creación del Movimiento de Países No Alineados, tiene en Fidel sus gestores principales.

Quinto: La aprobación de una Constitución Socialista en 1976, bajo el liderato de Fidel, garantiza la participación del pueblo, de manera directa en todas las decisiones del gobierno y la elección libre de sus delegados del Poder Popular, en función de sus aportaciones a la sociedad, logrando la instauración de una democracia participativa sin precedentes, en América Latina y el Caribe.

Sexto: Los altos niveles de la calidad de la educación, los servicios de salud, el deporte y la recreación gratuita, al alcance de toda la sociedad, convierten a Cuba en una potencia cultural a nivel mundial. Esta realidad se ejemplifica en su clasificación número 48, en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU y el país número 3 en América Latina y el Caribe, a pesar del bloqueo criminal de USA, que ya resulta obsoleto ante la heroica resistencia del pueblo cubano.

Séptimo: La seguridad social existente en Cuba, priorizada por Fidel, es producto sobre todo de la ausencia del narcotráfico como un problema social, lo cual garantiza un bajo nivel de criminalidad y la inexistente enfermedad de adicción a drogas. Esta realidad le permite a la sociedad cubana vivir en paz social y menores niveles de estrés que en los países capitalistas modernos.

Octavo: La advertencia mundial de Fidel, del potencial cambio climático y sus consecuencias desastrosas, como producto de la contaminación ambiental provocada por los países desarrollados, resultó una voz de alerta, décadas antes de convertirse en una prioridad internacional. Lo propio con su reclamo de no proliferación de armas nucleares y desarme, que lograron un consenso en la ONU, el Movimiento de Países No Alineados, el Foro Social Mundial y otros.

Noveno: El nivel de organización y participación ciudadana que ha alcanzado Cuba, a través de sus entidades de masas, como los Comités de Defensa de la Revolución, la Central de Trabajadores, la Federación de Mujeres, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la Federación de Estudiantes y la Organización de Pioneros José Martí, junto a sus diversas instancias políticas del Poder Popular, la Asamblea Nacional, el Consejo de Estado y el Partido Comunista, que estratégicamente visualizó Fidel, son la garantía de la unidad del pueblo, la consolidación y continuidad de la Revolución.

Pueden seguir enumerándose aportes importantes de Fidel y la Revolución Cubana, también muchos errores, pero lo que no se puede negar, es su trascendencia como líder de un pueblo educado, sano y solidario, que hoy sirve de ejemplo para la humanidad.

Si Bolívar fue El Libertador de América, me atrevo a describir a Fidel como un visionario o un iluminado, que logró convertir en realidad casi todo lo que imaginó. Su legado de sabiduría, valentía, firmeza en los principios, flexibilidad táctica, vitalidad y ternura, lo convierten ahora en un símbolo aún más poderoso.

La historia lo absolvió y con su ejemplo de vida, logró perpetuarse en el alma del pueblo cubano y de las fuerzas progresistas del mundo.

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Oscar López y los prisioneros políticos de 1895-96

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Oscar López y los prisioneros políticos de 1895-96

El martes 17 de enero se produjo –¡por fin!– el anuncio de la conmutación de la pena carcelaria impuesta al prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera. Sin ánimos de realizar una cronología de los prisioneros y prisioneras políticos puertorriqueños en cárceles extranjeras, conocemos que desde el siglo XIX han existido boricuas presos por delito de conspiración, sedición o por propiciar rebeliones separatistas: primero contra España y luego desde 1898, contra los Estados Unidos. Un ejemplo de esto lo fue el caso de los rebeldes del sureste de Puerto Rico.

En octubre de 1895, veintisiete puertorriqueños de los pueblos de Patillas y Arroyo fueron detenidos por pertenecer a sociedades secretas donde se conspiraba con el fin de separar a Puerto Rico de España. Sin embargo, a falta de pruebas, fueron liberados por la Guardia Civil (fuerza militar española a cargo de los asuntos de seguridad internos de España). Para el octubre del 1896 los arrestaron nuevamente y fueron sentenciados por el Consejo de Guerra en San Juan de conspirar para una rebelión y atacar a las fuerzas armadas. Durante el segundo arresto de los sediciosos, el Consejo exigió al Gobernador General de la Isla el traslado de los penados a cárceles en la península debido a que contaban con antecedentes en contra del régimen colonial. Por lo tanto, era considerado inseguro que cumplieran sus condenas en cárceles locales. Por esta razón solicitaron trasladado en el primer barco de vapor que saliera hacia España.

A su llegada a la península fueron recibidos por el gobernador interino de Cádiz, quien inmediatamente los envió a prisión. No obstante, en espera de la orden militar que indicaba las distintas cárceles donde cumplirían las condenas, los rebeldes arrestados permanecieron un año presos en Cádiz. Finalmente, por intervención del Ministro de Ultramar, Segismundo Moret, fueron indultados. Más de la mitad de los arrestados zarparon desde la península con destino a la Isla el diez de febrero de 1898.

Como maestro de historia se me hizo inevitable comparar y contrastar estos prisioneros políticos puertorriqueños finiseculares con el prisionero político Oscar López Rivera. Son sobrados los paralelismos en estas dos historias, tanto en los prisioneros políticos de Arroyo como en Oscar López. En ambos sucesos encontramos que tanto los presos políticos de Cádiz como López Rivera pertenecían a sociedades secretas que conspiraban con fines separatistas, fueron sentenciados por los mismos cargos y enviados a cárceles extranjeras a cumplir sus condenas. Por otro lado, contrastan los elementos de la condena entre ambos casos. A ninguno de los prisioneros políticos por los sucesos de Arroyo se les sentenció a más de diez años de prisión, ni por los cargos de conspiración para la rebelión, ni por los cargos de ataques a las fuerzas armadas.

Ahora bien, debemos enfatizar en la similitud del contexto histórico en que se han desarrollado ambos procesos de liberación. El momento en el cual fueron puestos en libertad los prisioneros arroyanos se estaba llevando a cabo la instauración del gobierno Autonómico para Puerto Rico, bajo la administración del Gobernador General Manuel Macías Casado. Mientras que, en la actualidad, Puerto Rico espera la liberación de Oscar bajo el control de una Junta de fiscalización, acordado por el gobierno federal y en los albores del centenario del establecimiento de la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños.

Desde noviembre de 1897, se exigió la liberación de prisioneros políticos en cárceles extranjeras por cargos de conspiración para la rebelión. Esperanzados, que el 2017, después de ciento veinte años, la historia se repite para que “Don Oscar” regrese a su casa y con él, la descolonización de nuestra Isla.

Publicado en: http://www.80grados.net