Hostos: una figura poliédrica

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6 de enero de 2017

José Ferrer Canales veía en Hostos una figura poliédrica. Con esa expresión se refería don Pepe al rico haz de surcos desde los cuales Hostos emprendió carreras exitosas.

El hecho de que Hostos no fuera hombre de partido, grupo o secta, no lo recluye a las esquinas o los rincones. Hostos fue hombre de compromisos. Un hombre que nació escindido entre el estudio y la acción, entre las armas y letras. Desde joven coordinó sus esfuerzos libertarios desde el periodismo militante, luego desde la tribuna, más tarde desde organismos de lucha política y de estudios –clubes ligas, asociaciones–, y desde el aula, finalmente. Es decir, que su vida no fue la del marginado sino la que emerge de un sentido de servicio instigado por un deber y una moral amplios. De ese esfuerzo brotaron esas múltiples facetas de su personalidad que evoca Ferrer Canales.

Cuando en la aduana de Brasil se le requiere el pasaporte, Hostos responde que no tiene patria: está creándola. Lejos de entender por esta anécdota que Hostos carece de identidad, lo que hay que ver en ello es la voluntad de adscribirse a identidades múltiples: las de aquellos países en los que alcance a ser útil para construir en ellos pueblos más libres.

Al decidir salir de España en el 1869 Hostos se despoja de su prestado hábito español para hacerle la guerra al gobierno de España. Su eje fundamental se desplaza a la guerra cubana libertadora de los diez años. Mas la meta de su lucha militante de la década del setenta era indefectiblemente la confederación de las Antillas.

En los trabajos tempranos del joven Hostos palpitaba la idea de la unidad de las Antillas. Hostos vio desde muy temprano en ellas el germen de una “nacionalidad común”. Su lucha por esa confederación la preside la necesidad de ver prevalecer la soberanía de sus Antillas. En la segunda edición de La peregrinación de Bayoán publicada en Chile ya está presente una temprana identidad múltiple de Hostos: es puertorriqueño, es cubano, es dominicano, y por necesidad y algún aprecio para con su pueblo que nunca cede, español. Ya puede verse el punto de partida de su identidad poliédrica. La peregrinación por los países de la América del sur que inicia en 1870 expandirá de manera insospechada, con dimensiones continentales, el espíritu expansivo de sus identidades múltiples.

Como sabemos, su periplo inicia en Colombia, Cartagena y el istmo panameño.

Tanto en la crónica diaria de sus viajes, como en artículos y reflexiones, Hostos se refiere de manera constante no solo a su solidaridad con las poblaciones y grupos que existen al margen de las dominantes, sino que se identifica con muchas de ellas. Quizás una de las primeras que refiere, apenas inicia ya el viaje al sur, sea la de los cholos que viajan con él a Cartagena. Hostos se sorprende de ver cómo los cholos convierten el buque en feria, y disfruta sobre cubierta de sus bailes y cantos, confundiéndose con ellos.

En Perú, por otra parte, se detiene a observar inquisitivamente la situación de las poblaciones incas y también la de los esclavizados chinos, totalmente marginados de la vida de la república. Su indignación arranca chispas. En Chile, no escapan a su atención los promancaes y los araucanos, los mapuches, huasos y rotos, y la situación de opresión y subordinación de la mujer. En Argentina, serán los gauchos y los inmigrantes. Aunque no le era ajena desde niño en Puerto Rico, en Brasil, lo escandalizan las maneras practicadas allí de la esclavitud africana.

En todo ello, dicho sea un tanto al margen de estas observaciones, Hostos está defendiendo los derechos de todas las poblaciones, marginadas, desamparadas y oprimidas, a integrarse en la vida de la república, es decir, a la democracia, que no puede existir sin la participación de todos. En esta solidaridad con los condenados o “desamparados” de la tierra, Hostos no deja de incluir, siquiera como un señalamiento en su Tratado de moral, la explotación que practican las grandes potencias europeas en las infinitas comunidades y culturas de cada rincón del planeta. Ese ejercicio imperialista lo indigna.

En este deslinde de identidades múltiples no debemos dejar de lado que, en el caso de Hostos, estamos ante una figura que se destacó en diferentes disciplinas intelectuales y que exploró muchas otras. Se destacó, tanto en el estudio de la disciplina, como su práctica, en la política, la filosofía –ética y lógica–, la sociología, la pedagogía, el derecho –penal y constitucional–, la geografía evolutiva y la política, la historia de las civilizaciones semítica y china, la gramática, la literatura, la crítica. Abordó también la sicología, ciencia en ciernes. Con lo anterior queremos decir que fue un historiador, un político, un geógrafo, un escritor, un sociólogo, un pedagogo, entre otras cosas.

Sus vínculos con la cultura masónica no están claros, pero son indudables. El krausismo no determinó en el Hostos definitivo una creencia en dioses, como en cambio, sí se manifiesta en el Hostos joven madrileño.

En el caso de las experiencias vitales del individuo, otro tanto. Es famosa, en ese sentido, su definición del “hombre completo”, es decir, del ser humano que reúne en sí mismo todas las edades, y las facultades y características que las definen: niño de corazón, adolescente de fantasía, armonía viviente de razón, sentimiento y voluntad, mediador entre el racionalismo excesivo y el pasionalismo.

El “Diario” refleja el desarrollo de un carácter fluido. El joven Hostos es un hombre solitario y de emociones intensas, con tendencia a la depresión, el autocastigo, seguido de la exaltación. Está constituido de “opuestos”. “Mal, mal, mal”, se repite. Es época en la que repercuten con intermitencias alusiones a motivos religiosos que luego se desvanecerán. El Hostos maduro da la espalda a esa dimensión de nuestra cultura.

Sorprende que la vinculación de Hostos con la cultura y los problemas de cada país que visita y de cada comunidad marginada que conoce lo mueva a la aspiración de “serlo todo a un mismo tiempo”: antillano por la América latina, latinoamericano por las Antillas; peruano, colombiano, chileno, argentino, ecuatoriano, boliviano, paraguayo, como pudiera serlo el mejor de sus patriotas. Y aun añade, además: indio, chino, huaso, roto y gaucho.

Quizás acercándose o evocando, con conciencia o sin ella, los predios del pensamiento de Prouhdon, Hostos siempre opta por los “desamparados” y los “desheredados”. Concurrente con sus afectos, aboga por cholos, indios, chinos, gauchos, y con particular denuedo, por los esclavos. A propósito de la esclavitud en Brasil, Hostos, mucho más allá de la mera abominación moral y humana, repasa matemáticamente, y en términos económicos, la explotación de los esclavos incluyendo el particular sobreabuso con la mujer esclava.

En octubre de 1869, en París, Hostos asiste a una “reunión de pueblo”. Son los tiempos revolucionarios que preludian la Tercera República y que vienen de las oleadas de un fuego sofocado y vuelto a arder desde el 1848. En esa reunión se habla de “ciudadanos”, y mientras Hostos describe “los pocos vestidos burgueses”, las abundantes gorras de obreros, se discute de la libertad y derechos de los obreros, de las huelgas, de la cuestión social, del llamamiento a la fuerza, a las armas, del ruido de un pueblo “dueño” de sí mismo, de un orador que se declaró comunista.

Se relacione o no con lo anterior, Hostos muestra conocimiento de los acontecimientos revolucionarios que a fin de siglo sacuden y se ciernen sobre el pueblo eslavo y, augurando ríos de sangre en el siglo XX, señala la futura lucha por la libertad que empezará “a resolver el problema moderno de la Industria: propiedad para todos; trabajo para todos; producción y consumo para todos”. Hostos no le da nombre a este sistema, pero los lectores podrán reconocerlo.

No hay que olvidar, por otra parte, que también hay en Hostos un espacio reiterado y medular que corresponde a la familia de su niñez. En ese espacio habita la veneración perenne de su madre que evoca afligido en cada aniversario de su muerte. Su padre, en segundo lugar, que lo auxilia continuamente y de cuyas penurias se compadece. Sus hermanos y hermanas, perdidos, uno a uno, a lo largo de su vida. Y tras la esposa e hijos antes mencionados, sus reiterados conatos de amor.

Mas, de la inmensa heterogeneidad humana que lo acompaña, Hostos, asentado como vivió en la historia heroica de la América nuestra, también se traslada mentalmente a la época de la conquista y colonización, para sentirse, según dice, “Bayoán, Caonabo, Hatuey, Guatimozín –Cuauhtémoc–, Atahualpa, Colocolo”.

Finalmente, una de las más estremecedoras identidades que asume por transferencia Hostos, está retratada de manera muy elocuente y lírica en la escena que refiere y con la cual culmina su discurso “El propósito de la Normal”. Cuenta Hostos que ve pasar por la puerta de la escuela Normal una campesina que, doblando la rodilla, se persigna y ora ante el “templo de la verdad”. Con evidente emoción, Hostos ve en ella la “personificación de la sociedad de las Antillas”, su derrotero más encarecido.

* (2007). El presente trabajo es un resumen de otro más amplio escrito como introito a una recopilación nuestra de ensayos sobre Hostos que desearíamos ver publicado un día.

Publicado en: http://www.80grados.net/hostos-una-figura-poliedrica/

Once recintos, una UPR

 

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Michelle Gotay Morales

 

La educación es el arma más potente para cambiar el mundo (Nelson Mandela).

Con la creación de la Universidad de Puerto Rico el jueves, 12 de marzo de 1903, nuestra Isla emprende el proyecto de educación superior más prestigioso hasta hoy día. Esto es así porque durante el año en curso el Recinto de Mayagüez logró colocarse entre las mejores 1,000 universidades a nivel mundial, según el Center for World University Rankings. Mientras, la UPR como institución logró posicionarse en el puesto 59 de 526 universidades iberoamericanas, establecido por el Ranking Iberoamericano, debido a su excelencia académica, no obstante esa posición alcanzada debe producir un estímulo adicional en la Universidad.

Consiste en promover con ahínco la investigación, pero no solo la docente, sino también la estudiantil. De esa manera, la producción intelectual de la juventud emprendedora será conocida con igual importancia y pertinencia que la docente a través de publicaciones en revistas académicas, pertenecientes a los once recintos universitarios y sus respectivas facultades y escuelas, y, a su vez, se den a conocer en el exterior.

En el mundo competitivo actual, tener la oportunidad de publicar investigaciones en revistas académicas y libros siendo estudiantes puede ser la llave que posibilite ingresar a una escuela graduada de los once recintos e incluso posteriormente integrarse al claustro de la Universidad de Puerto Rico o fuera del país. Además, el Estado debe mejorar la disponibilidad de becas para los/as estudiantes graduados/as.

Sus acervos bibliotecarios son imprescindibles y de incalculable valor, y pueden aportar nuevos horizontes investigativos. De ahí, la importancia de preservar las colecciones bibliotecarias de los recintos e impulsar una mayor diseminación de conocimiento con investigaciones noveles y de envergadura a través de revistas académicas y la Editorial, que aquilatan el buen nombre de quien la escribe y de la institución. También debe fomentarse más la importancia educativa, social y cultural que provee el presentar sus investigaciones o proyectos artísticos en conferencias y simposios o exhibiciones tanto locales como internacionales. La investigación académica y artística, y su cultura enaltecen el prestigio de nuestra Universidad glocalmente y, por ende, deben ser prioritarias su promoción y respaldo aún en medio de grandes crisis fiscales y económicas.

Otro asunto acuciante es su plan académico y su proyección nacional, las que deben valorar con igual importancia tanto a las facultades y escuelas con una visibilidad en su rentabilidad, las ciencias, las ciencias ambientales y las ciencias ecológicas aplicadas y la administración de empresas, entre otras, como aquellas con una invisibilidad en su productividad, como es el caso de las humanidades, entre otras.

Un ejemplo reciente de intentar hacer del Recinto de Río Piedras uno mercantil, fue cuando al Departamento de Estudios Hispánicos, uno de los más longevos y reconocidos, fuera puesto “en pausa” en 2011, mientras a otros los pusieron en una lista para tomar acción sobre ellos después. Una reflexión atinada sobre la literatura y el poder la hizo la primera directora del Programa de Estudios de la Mujer y Género Mara Negrón Marrero en medio de la más reciente huelga universitaria durante su segundo año consecutivo en 2011, y dice así: “Constato una gran distancia entre lo que enseño y lo que hacen y dicen las instancias de poder que ostentan los cargos más importantes del país”. Se me hace urgente hacer constar que todas las facultades y escuelas de la Universidad de Puerto Rico acrecientan por igual su brillo y brío con investigaciones, presentaciones o exhibiciones.

En adición, la educación de los once recintos debe ser como la profesada por el educador brasilero Paulo Freire, “La educación debe ejercer la libertad y la creatividad” y debe además estar edificada “sobre cimientos de verdad y sobre bases de bien”, según manifestara el educador puertorriqueño Eugenio María de Hostos y Bonilla.

La UPR no sin retos tiene de frente un futuro esperanzador.

Michelle Gotay Morales es estudiante doctoral de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

 

Miércoles, 14 de diciembre de 2016.

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